Biejo.
Ya no
tengo cara de niño, ya se fue, mis ojos
dejaron de brillar,
y sin
aviso alguno, me robaron la niñez.
Mi inocencia
ya no es la que era, deje de ser niño,
me convertí
en un viejo, ya no me rio de tus gracias fáciles,
ya no
me divierto entrando a bares y meando en las alfombras.
Perdí
mi niñez, ya no me sorprende que mi macizo
del Jura
se haya convertido en una llanura.
Muestro
más indiferencia que sorpresa.
Vengo
de vuelta, y vengo engañado, nadie me aviso de esto.
Yo no esperaba un robo, sino más bien una
evolución.
Nadie
me aviso de que fuese violado, por la realidad.
yo
pensaba que sería un buen polvo, tranquilo, gustoso y sosegado.
Pero
cuando me di cuenta, ya tenía un trauma. Ahora solo me queda terapia,
terapia
para avanzar y no morir. Morir como muchos otros,
que murieron hace un tiempo.
Ellos
quizás no lo saben, aún tienen niñez, pero yo si lo sé. Vi su nombre en alguna
sepultura de ya no recuerdo dónde.
Yo
no quiero morir, quiero estar vivo, aunque reconozco que mí panteón está en
obras. Todo a su debido tiempo.
Ya no me importa la escalera, subí la mitad de una vez, y ahora tengo miedo.
Si me violaron una vez, ¿que puede pasar si
sigo subiendo? Bueno no me importa,
Aún sigo
vivo, o al menos eso creo.
Me
gusta odiar, amar, reír y llorar. Las mujeres ya no son mi enemigo, quizá los
hombres, pero qué más da. Siento lástima por ambos. Ya no entra en mi interés.
Me
gusta dar consejos, y no que me los den. Conozco tu problema, pero jamás sabrás
cual es el mío. Y si lo sabes, alza ese puño, brida con esa jarra de cerveza,
“somos los malditos” -grito- aunque tampoco quiero tus consejos, tú aún
sigues ahí.
No
le tengo miedo a un zorro, ni a un león, tampoco a un toro-bravo- yo soy mi
miedo, me temo, y no sé cómo dejar de hacerlo.
No
voy a atormentarme, no soy víctima, más bien verdugo. Aunque respeto a las víctimas,
éstas aún no saben que lo son.
Ay! –Grito- Qué envidia, como me gustaría seguir siendo
esa jodida víctima. Justificar mis problemas, ponerle nombre a los culpables, y
tener ese iluso miedo de un pestillo olvidado en una cabaña en el bosque, creyendo
que un psicópata va entrar a matarme o secuestrarme o quitarme los órganos.
Oh! Como
me gustaría temer a eso! jodida
ingenuidad, maldita ignorancia.
Si
volviese atrás te esperaría hasta el último segundo. Puta realidad, no dejaría que me violaras, me atormentaras,
me quitaras mí inocencia, mi ternura, para dejarme en cueros en este valle, en
esta llanura. Ya no sé a dónde ir.
No
hay carreteras de doble sentido, todo es arena y prado, no hay señales, todo
son árboles, pinos, musgos, pero no señales.
A lo
lejos veo un río, pero es invierno y sigue medio congelado. Tendré que esperar a
verano para abalanzarme a su corrientes.
Ésta,
es ahora mi carretera, limitada en tiempo, en el espacio.
A veces
arroyos, otras avalanchas.
No
creo en los años, tampoco en las edades. Creo en los hechos, y en las
demostraciones.
Éste
es mi camino, el que no elegí, solo curioseé, y ya no pude salir.
Ya
no tengo cara de niño, ya no me hacen gracia esos chistes fáciles y lentos.
Dastin!