domingo, 7 de septiembre de 2014

Poema a la vía Láctea.

Poema a la Vía Láctea


Remolinos de polvo místico se desvanecieron en un devenir,

aflorando así, la fuente de la incertidumbre, en ella como en

el azar, se desprende el yacimiento de una idea.

Remota al círculo perceptivo, se haya con  tesón  la

hendidura de un espectro que calienta y atrae al antojo de su

voraz energía. Esa eres tú, estrella madre de la vida, la fuente de lo que conozco, cabreada consigo misma. Tú, luz incandescente, que penetras en mí sed, sin apenas ser consciente.



Ésta, Concéntrica en el cosmos y  avara de resplandeciente brillo, mira sin

Pudor a su eminente presa –Mercurio- fuiste y serás mi primer y único amor,

fuiste mi maestra, pequeñita y recatada, fuerte y atrevida. Pero todo acabó, fuiste un gran mensajero, fiel al tiempo y con desazón al porvenir, te convirtieron en aquella veraz y pequeña manta de fuego ardiente.


Largo tiempo después, apareciste tú –Venus- hermosa y grande, vanidosa y tierna,

Caprichosa y sensual. Tú, como Tú no existe otra, pero de nuevo, las olas

de celos a mercurio, se introdujeron en un devenir apto para volverme loco.

Cuantos como yo te veneran, oh musa de las musas, gigante de la sabiduría al amor,

tiniebla de tus sentimientos y piedra de carbono ordenado, vibrante y apasionada.

Como toda musa arriesgaste demasiado por la fugaz atracción a la diosa madre.


La siguiente eres tú, ingeniosa del presente, ingenua del futuro, pretenciosa de un porvenir aflorado. Tienes todo lo que tiene valor, tus cuatro lágrimas gigantes, y la solitaria con corazón de hiel esperando a que llores. Los cinco trocitos de arena fina, que por fin se separaron allá en tu niñez. Ahora son independientes y únicos, aunque no para siempre. Al menos aún te queda aquel, que ávido a su honra  aún pelea por la genuinidad.

Nos regalas la sombra y con ella la luz de muchas piezas musicales.

Cuántos cambios han pasado, fuimos duros como el hielo, maleables como el fuego,  deplorables y fortuitos, trágicos y espléndidos. tú, diosa –Tierra-, Madre de mis ancestros, madrastra de los que vendrán, cuantos momentos hemos sufrido.

 Te amamos, y amemos, y seguramente te amaremos.


Miro al cosmos, y sueño que estás tú, malvada y bélica, orgullosa y suspicaz. Eres la elección de nuestros errores, la esperanza de la inteligencia, el honor de aquellos que decían conocerte, de los que decían: “ engendraste al siamés de Adán”.

Eres el alimento del alma, del espíritu, eres la esperanza de los pobres, de los muertos y de los que están por venir. Ay! –Marte-, no nos hagas caso, pero haznos creer que siempre estarás ahí.


Dios entre los dioses, venero del sapiens clásico, Júpiter, creación de los elementos más simples, y reverenciada como lo más celestial, y a nuestro ojo, solo eres aquel gigante de la mancha roja.

Para muchos, Cuarto día de la obra; la gran expansión, última cena de los sueños, día de la juventud y el Baco, no te pierdas nunca.

Cuantas órdenes habrán mandado en tu nombre, genios que se creían dioses, avaros de conocimiento que suplicaban un por qué. Y tú, que sin codicia, mantienes el orden de nuestra existencia.


Aún más lejano, exploramos a Hera, dándole de mamar a Heracles, en aquel cuadro maravilloso de Rubens.


Yo me hallo de nuevo en tí, y encuentro al discípulo de la existencia del Credo. –Saturnalia- y la piedad por el esclavo, el festejo y festividad de la prole y  lamentablemente, el arte de la moral. Yo soy hijo tuyo, aunque sé que me has rozado. Pero qué importa lo corpóreo, somos los descendientes de tu adoración y alquimia. Pecadores y obscenos, ilusionistas e ilusionados, pero tú estás allí,  y yo tan lejos, tanto, que mi muerte está tan cerca, como la vida de tu hijo, Titán. Él es la esperanza de que toda tu historia fuera un engaño, tan dulce, que cabe en una ilusión.


Por último, llegas tú, casi al borde del abismo, fuera del alcance de los sentidos, excluido del calor de una madre, lejano, solitario y mezquino. Tú, Dios del inframundo, cólera del mal, enano y a su vez fuerte. Eres todo aquello que fue y dejó de ser, un día existes, otro tal vez no, como nuestra psique, como el amor, como la risa, como el sufrimiento, como aquella idea efímera y fugaz, que aunque intenté atrapar nadie la quiso cuidar.

-Plutón- ahora somos fuertes, mirémonos e intentemos parar el tiempo, y dejemos que la Nada nos diga, cuando y cuan es nuestro momento.







Dastin 04/09/2014.



2 comentarios:

  1. Podría ser la banda sonora,no? Bonito poema.
    Un abrazo.

    https://www.youtube.com/watch?v=83J68Y7Z1nk

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    1. Si, hahaha tiene buena pinta esta pieza acorde con el significado del poema. De todos modos gracias por valorarlo y ponerle música.
      un saludo amigo!

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